Two Poems from Luz de Todos los Tiempos / Light of All Times
Torcazas para el Aire
Sale usted de su casa
para encontrarse con la presencia muerta del vuelo:
menos dos torcazas para el aire de junio.
Estoy solo
soy el niño que vimos en la oscuridad de San Bartolo.
En el jardín de su casa,
siembra usted alas y paisajes nunca vistos
en los ojos de esos pájaros.
Yo no crecí con la certidumbre del pan en la mesa
y cuando mi hermano se cortó las venas le llovieron palos.
Hace unos días, sin que usted lo supiera
me robé uno de sus tulipanes y lo puse a la orilla de la carretera.
Yo caminé con el coyote y la tía Estela.
¿Cuántos vuelos entierra cada día?
Desde un tren aprendí sobre la angustia
de no tener territorio.
¿Cuántos vuelos?
Doves for the Air of June
You leave your house
to find a dead presence of flight:
less two doves for the June air.
I am alone
like the child we saw in the darkness of San Bartolo.
In your yard
you plant wings and landscapes never seen
in the eyes of those birds.
I did not grow up with the certainy of bread on the table
and when my brother cut his veins
sticks rained down on him.
A couple of days ago without you knowing
I stole a tulip from you and put it on the side of the road
I walked with the coyote and with Aunt Estela
How many flights do you bury every day?
From a train I learned the agony
of not having territory
How many flights?
El Tren en Casa
Dejemos que pase el tren
y salude desde la ventana
a los limonares de la tía Inés.
Dejemos que pase
y se siente en nuestra mesa,
y se refresque la garganta
con corrientes que usualmente no puede.
Dejemos que el tren pase y vea
los recuerdos que guardamos de él,
no sólo las imágenes, sino las conversaciones
y todas las quejas de los animales.
Dejemos que el tren entre a nuestro
patio, y observe desde ahí, su casa de rieles
entre las montañas que se abren y cierran.
Dejemos por un momento, una vez en la tierra
que el tren descanse bajo nuestras sábanas,
que él solo apague su luz,
como nuestros hijos después de dos tres cuentos.
Train at Home
Let us let the train come in
and greet from the window
Tía Inés’ lemon grove.
Let us let him come in
and sit at our table
to refresh his throat
with the currents that he usually can’t drink.
Let us let the train come in and see
the memories that we have of him,
not just the images but also the talks
and all the animals’ complaints.
Let us let the train come into our yard
and observe from there his house of rails
among mountains that open and close.
Let us for a moment once on earth
let the train rest under our sheets,
turn off his own light
like our sons after two or three books.